martes, 15 de mayo de 2012

Reconocieron el centro clandestino que funcionó en el Destacamento de Arana

Los ex desaparecidos señalaron los cuartos en los que fueron torturados, volvieron a sus celdas y observaron el paredón donde se hacían los fusilamientos. Había un cuadro en homenaje al "personal muerto por la delincuencia terrorista".

El secretario del tribunal toma nota mientras Walter Docters habla con los jueces Carlos Rozanski y Roberto Falcone

–A mí me dieron máquina acá –recordó Docters.
 
–¿En este cuartito? –preguntó Eloy.

–Sí. Entrando, a la izquierda. Y acá enfrente estaba el armero, el lugar en donde guardaban las armas. Lo que pasa es que estamos haciendo el recorrido al revés, porque nos metían en auto por el portón del costado, nos bajaban y nos hacían entrar por esa puertita –describió el testigo.

–Es cierto. Esa es la puerta por la que entrábamos. Ahí está el escalón. Yo, lo que me acuerdo es del escalón… y que nos tiraban en el piso del pasillo y ahí nos empezaban a patear –contó Giglio.

Nilda Eloy, Walter Docters y Cristina Giglio fueron tres de los testigos que –entre muchos otros– recorrieron la mañana de este martes el centro clandestino de detención que funcionó en el Destacamento de Arana, en 637 entre 131 y 132.

En el lugar, aún colgaba el cuadro "homenaje de la Policía de la Provincia de Buenos Aires al personal muerto por la delincuencia terrorista", pero llamó tanto la atención de los testigos que el comisario a cargo del lugar decidió retirarlo ante los ojos de todos los presentes.

Al menos tres centros clandestinos funcionaron en Arana. El Destacamento fue el lugar de tortura, pero un galpón dentro del predio en el que funcionaba el vivero Ferrari y el casco de la Estancia La Armonía, ambos a pocas cuadras, eran sitios de alojamiento, describió Docters, quien no sólo fue desaparecido y estuvo alojado en el Destacamento, sino que recopiló una investigación en el libro Arana, centro de tortura y exterminio, editado por Editorial Solución Grafi-k.

Los ex detenidos desaparecidos reconocieron cada uno de los cuartos en los que fueron torturados y se sorprendieron por el tamaño de lo que ellos llamaban “la celda grande”, donde por momentos hubo alojados hasta 15 personas, y no es más que un cuarto de 2 x 2,50 metros.

En el marco de una nueva audiencia por el juicio por el Circuito Camps, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 acompañó a los testigos hasta el patio, donde vieron el paredón construido entre septiembre y diciembre de 1976 en el que se realizaban los fusilamientos, del lado de adentro del predio, y luego salieron por una pequeña puerta de chapa para ver la fosa común en la que eran arrojados los cadáveres de las víctimas, incinerados luego con gomas de autos.

En el lugar, hoy protegido con una cúpula de vidrio, el Equipo de Antropología Forense encontró una fosa común con más de diez mil restos óseos de los que ha sido imposible –hasta ahora– rescatar las cadenas de ADN para su reconocimiento.

Luego de recorrer el predio, los testigos ubicaron el bar de la familia Perelló, en el que ya no hay una barra, pero aún funciona un almacén, a unos 40 metros del Destacamento. Allí, los integrantes del grupo de tareas iban a tomar whisky antes de salir a hacer los operativos clandestinos.

“Todo lo que tiene de malo volver tiene de bueno. Porque no deja de ser una alegría que este tipo de cosas sirvan para dar condena efectiva a los que mataron a tantos compañeros”, afirmó Docters al terminar el reconocimiento.

Al mediodía se realizó una videoconferencia para tomar un testimonio y por la tarde se realizará una inspección en la Comisaría Quinta

 Galería de Imágenes (16) http://diagonales.infonews.com/Content.aspx?Id=180760#  - Por Miguel Graziano - @nopublicable

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