lunes, 28 de mayo de 2012

Los abusos y las torturas en el relato de tres mujeres secuestradas

Testimoniaron dos hermanas y una mujer secuestradas en 1977. También habló el tío de un bebé apropiado y recuperado que presenció el secuestro de los padres de la criatura.
La testigo Analía Maffeo en el juicio por el Circuito Camps
Por Pablo Roesler
proesler@gmail.com
 
“Llegué a estar al borde de la muerte en el momento en el que me asfixiaban con una almohada. Sentí la muerte de cerca en dos o tres oportunidades, porque ellos se daban cuenta cuándo debían sacarme la almohada mientras me torturaban”. El recuerdo pertenece a Analía Maffeo, quien en 1977 fue detenida junto a su hermana Graciela Maffeo. Las mujeres dieron su testimonio en el juicio por el denominado Circuito Camps junto a otros cuatro testigos quienes contaron sus secuestros y el de sus familiares en una nueva audiencia del juicio en la que también informaron que murió otro represor.

Entre los testigos habló Graciela Martínez, quien contó que junto con sus compañeras de detención sufrió abusos sexuales en la comisaría Quinta y recordó que una de ellas fue violada. También habló el cuñado de Inés Ortega y amigo de Rubén Fossati, padres de Leonardo, el joven nacido en la cocina de la comisaría Quinta, apropiado y recuperado veintiocho años después, cuyo caso y el de sus padres está siendo juzgado en el debate.

En tanto, en la audiencia de este martes declarará Lidia Papaleo en el inicio de los testimonios por los secuestros y torturas cometidos en el centro Puesto Vasco. También está citado Rafael Ianover, ex vicepresidente y accionista de Papel Prensa, empresa que fue despojada a la familia Graiver durante la dictadura cívico militar.

El 6 de julio de 1977 Graciela Maffeo tenía 19 años y estaba en su casa de 46 entre 8 y 9, donde vivía con sus padres, preparando una entrega para el día siguiente en la facultad de arquitectura. En ese momento, una patota irrumpió buscando a su hermana, que vivía a pocas cuadras del lugar. Pocos minutos después se la llevaron en un auto a ella y en otro a Analía, de 24 años, también estudiante de arquitectura, trabajadora del Banco Provincia y ex militante de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), a quien habían ido a buscar a su monoambiente de 45 y 8.

Las hermanas fueron llevadas al centro clandestino de detención que funcionó en la Brigada de Investigaciones de La Plata (BILP) de 55 entre 13 y 14, y luego al destacamento de Arana, donde la mayor fue brutalmente torturada con picana, asfixiada, golpeada y quemada con cigarrillos en los pies. “Dos horas duró la tortura de mi hermana. Yo escuché los gritos desgarradores de ella. Por momentos había silencios y por momentos se oía que la asfixiaban”, recordó Graciela.

La mujer recordó que tras esa sesión, la llevaron a ella a la sala de torturas, donde no le aplicaron picana, pero sí la desnudaron y se le pararon con los borceguíes sobre el estómago. La mujer resaltó que lo peor de la tortura fue encontrarse con 19 años desnuda con los ojos vendados frente a un grupo de hombres y recordó que en los dos días que estuvo en ese centro clandestino de Arana la obligaron a bañarse sólo para verla desnuda.

“En un momento me hicieron bañar. Me hicieron desvestir en mi celda. En esa época yo usaba tacos muy altos y caminé en ropa interior hasta el baño. Yo veía por debajo de la venda los borcegos, por lo que pienso que estaban mirando. Me bañé con agua fría y me dieron un trapo de piso para secarme”, relató la mujer, que ese mismo día fue llevada a la Brigada y liberada.

Su hermana, en cambio, volvió a ser torturada nuevamente y permaneció detenida desaparecida durante 34 días, la mayoría de ellos en la comisaría Quinta, donde compartió cautiverio con otras cinco mujeres, entre ellas Georgina Martínez, quien declaró en la misma audiencia del juicio. En esa seccional recordó que vio al cura Christian Von Wernich que las obligó a quitarse la venda.

Antes de ser liberada contó que fue llevada a la Brigada de Investigaciones, donde la encerraron en una celda. De esa dependencia identificó a dos guardias por su apodo: “El paisano” y “El Lagarto”. De ese último dijo que la abusó sexualmente. “Ese tipo una noche entró a mi celda y me manoseó. Me negué y la verdad que tuve suerte, porque sé que otras compañeras no la tuvieron”, contó. Analía Maffeo fue liberada el 8 de agosto de 1977.

Graciela Martínez tenía 24 años, cursaba sexto año de la carrera de medicina y militaba en el PCR cuando el 7 de junio de 1977 fue secuestrada de su casa a la madrugada, dos días después que a su cuñado y once días más tarde que a su hermano y su cuñada. La mujer fue llevada a la Brigada y luego a Arana, donde “era peor escuchar los gritos y los llantos de otra gente que la propia tortura”, contó.

La mujer contó que fue encerrada por tres semanas en la comisaría Quinta, donde compartió cautiverio con otras mujeres. En ese lugar, recordó, “todas las noches nos ponían contra la pared, nos hacían desnudar y elegían”. La testigo contó que, desnudas y con los ojos vendados, los uniformados las abusaban apoyándoles el arma en los genitales y recordó una violación que su memoria había optado por resguardar. “Un día eligieron a una compañera. Hasta el día de hoy no me acordaba, pero hoy me acordé: la violaron”, relató la mujer.

Martínez contó que fue liberada el 8 de agosto y que poco después (“no sé cómo hice”, dijo) se recibió y se exilió durante dos años en Venezuela.

Otros testigos. La audiencia comenzó con la declaración de Ricardo Victorino Molina, padre de una beba nacida en cautiverio en la Brigada de Investigaciones a quien lo llevaron a conocerla mientras estaba detenido desaparecido en La Cacha.

El testigo contó que fue secuestrado el 14 de abril de 1977 y llevado al centro clandestino de detención que funcionó en Olmos donde estuvo sesenta días antes de ser “blanqueado” y detenido en la Unidad Penal Nº9 durante un año, luego liberado y exiliado.

Durante esos dos meses que permaneció desaparecido en las viejas instalaciones de radio provincia, Molina fue retirado por un represor identificado con el apodo de “El Francés”, quien lo llevó a la Brigada a que conociera a su hija recién nacida en ese otro centro clandestino.

“A la Brigada fui una vez a conocer a una hijita mía que nació ahí ya que su mamá, Liliana Galarza, estaba ahí”, contó y recordó que pudo verlas a ambas en una pequeña pieza durante seis o siete minutos tras los cuales lo llevaron nuevamente a La Cacha.

Liliana Galarza permanece desaparecida, pero su hija María Eugenia Molina Galarza, fue entregada a sus abuelos. El 8 de mayo pasado, la joven declaró en el juicio y contó que su madre fue detenida en noviembre de 1976 cuando estaba embarazada.

Recordó que en su partida de nacimiento figura nacida en la Brigada de Investigaciones de La Plata, donde permaneció hasta los seis meses cuando fue restituida a su familia y que en ese período fue bautizada por el capellán de la policía el cura torturador Christian Von Wernich.

También declararon en la audiencia de ayer Emir Camiletti, que recordó el secuestro de Inés Ortega y Rubén Fossati, y Jorge Manuel Sator, quien contó sobre el secuestro de su hermano Héctor José.

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