lunes, 21 de mayo de 2012

El secuestro de un sindicalista de YPF y la complicidad del SUPE

Los hijos del gremialista peronista Jorge Reydó recordaron su captura en 1977 y apuntaron a la complicidad de las autoridades del SUPE con la dictadura. También declararon la hija y la madre de una desaparecida.

Los hijos de un dirigente gremial de YPF desaparecido recordaron su secuestro en una nueva audiencia del juicio por el Circuito Camps en la que señalaron la complicidad de la conducción del Sindicato Unificado de Petroleros del Estado (SUPE) de ese entonces. La hija contó que supo dónde había estado detenido cuando a finales de la dictadura por casualidad entabló conversación en un micro con un compañero de cautiverio de su papá. En la audiencia de hoy también declararon la hija y la madre de la desaparecida Gabriela Quesada, a quien le permitieron ver a su familia mientras estaba en cautiverio

“Los que lo habían entregado a mi padre eran los gremios, utilizando por intermedio el accionar de los gremios y de las fuerzas conjuntas”, dijo el hijo del gremialista desaparecido Jorge Reydó en la audiencia del debate que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 realiza a 25 represores en la ex Amia de 4 entre 51 y 53, por crímenes de lesa humanidad cometidos contra 280 víctimas.

El hombre, en primer lugar, y su hermana, Adriana Reydó, luego, contaron que su padre, el trabajador de YPF Jorge Reydó, de 44 años, fue secuestrado el 20 de mayo de 1977 en la casa en la que vivían, en 30 entre 45 y 46. Contaron que supieron que el hombre estuvo detenido en la Brigada de Investigaciones de La Plata (en 55 entre 13 y 14), que luego fue trasladado al BIM 3, en 52 y 122, y finalmente trasladado a La Cacha.

“Mi padre era sindicalista de YPF y a su vez era un viejo militante de la Juventud Peronista. Esto quiere decir que su secuestro se vinculó con todo su trabajo gremial tanto como con el partido peronista de La Plata y Berisso”, contó su hijo Jorge Reydó, quien declaró en primer lugar.

El hombre resaltó que él estaba en tercer año del Colegio San Cayetano y que su hermana, un año menor, estaba en el Colegio Santa María de Jesús, cuando a las 11.30 de ese día un amplio operativo de fuerzas conjuntas irrumpió en su casa y que un vecino corrió a la escuela a avisarle.

Cuando llegó vio el operativo: “Vi un camión del Ejército en la esquina de mi casa y autos de civil en el frente. Vi el momento en que retiran a mi padre de mi casa”, recordó.

El hombre resaltó que quienes se llevaron a su padre registraron toda la casa y que también se llevaron “la libreta peronista de mi padre, su DNI, la credencial de YPF, los anillos y el reloj”, relató.

Por eso no dudó en vincular el secuestro con su actividad. Contó que su padre bregaba por que se instalaran cuatro turnos de 6 horas, para terminar con los turnos de ocho impuestos en el gobierno de Lanusse. Y marcó que su padre estaba enfrentado con el SUPE que era conducido por Diego Ibáñez y Omar Piumbara, con lo cual “tenía graves disidencias que lo han llevado a tener graves incidentes”.

LA AMENAZA. Adriana Reydó contó a los jueces del tribunal que el día del secuestro ella volvía del colegio cuando vio pasar cinco autos por la calle. Recordó que había notado que algo había ocurrido cuando vio un coche cruzado en la calle.

“Había un Torino celeste, o azul, que iba tercero, y veo un forcejeo en el que veo el pelo de mi padre y el suéter color crema que él tenía”, recordó la mujer. Dijo que inmediatamente comenzaron a buscar a su padre y que varios años después, su madre “tuvo en el año 81 un encuentro con Diego Ibañez que era secretario general de SUPE La Plata”.

“Fue en la calle 41 entre 6 y 7, y nos pidió que no lo buscáramos más porque podía ser peligroso. Yo intervine, porque estaba presente, y tuve un entredicho bastante fuerte con Ibáñez, y me dijo que me iba a pasar lo mismo que a mi padre”, recordó la mujer.

Y contó: “Dos meses después fui abordada en la calle regresando a mi casa por un camión del Ejército. Me gritaron ‘alto Ejército’, bajaron dos personas, me pusieron contra la pared, me arrancaron un aro, me golpearon con algo muy fuerte y yo grité... y un grupo de estudiantes que estaba en la esquina vino corriendo y estas personas se fueron”.

EL ENCUENTRO. Según pudieron saber los Reydó, su padre estuvo en la Brigada de Investigaciones de La Plata por dos testimonios. Uno fue el del hermano del desaparecido, que era policía y le había comentado a su familia que lo había visto en esa dependencia de la Bonaerense. Otro fue un sobreviviente que Adriana Reydó conoció por casualidad.

“A fines del ’82, volviendo de Buenos Aires en un ómnibus Río de La Plata yo me senté al lado de un hombre que tenía cicatrices. Recuerdo que lo miraba, hasta que le pregunté si él había estado detenido. Y me dijo que si”, contó la mujer en la audiencia.

Contó que comenzaron a charlar con mucha prudencia. “Su nombre era Luis Lascano, que tenía una imprenta (…) y cuando le pregunto donde había estado, me dijo que en la Brigada de Investigaciones”, relató. Y agregó: “Me contó que tenía compañeros de cautiverio. Y yo le pregunté quiénes eran. Nombró dos o tres personas que no recuerdo el nombre, pero sí recuerdo que dijo Raúl Reydó. Y me dijo: ‘era un gremialista de SUPE’”.

De esa forma la familia supo del cautiverio de Reydó. “Yo no podía creerlo. Me dijo que estuvo con mi padre hasta julio del ’77 (…) Le pregunté si mi padre estaría vivo. Me dijo en lo particular de Reydó, no sabía, porque a él le aplicaban la picana cinco veces por semana”. “Cuando nos bajamos yo recién me presenté y le dije quien era –recordó Adriana Reydó-. Tuvo que sentarse en el borde de la vereda. Y le pedí que fuera a hablar con mi madre, que era muy importante”.

OTROS TESTIGOS. En la audiencia de también declararon la sobreviviente de la Brigada de Investigaciones de La Plata, Amalia Cecilia Chambó, y la hija y la madre de la desaparecida Gabriela Quesada, a quien le permitieron ver a su familia mientras estaba en cautiverio. En el último turno declaró la sobreviviente Blanca Noemí Rossini, secuestrada el 7 de julio de 1977 en su casa de Gonnet.
Por Pablo Roesler - pabloroesler@gmail.com

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