viernes, 14 de octubre de 2011

Miente, miente que algo queda

 Por Juan Martín Ramos Padilla *

En el marco del juicio sobre el “Circuito Camps”, en el que 26 represores están siendo juzgados, el ex comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz y el ex cabo Norberto Cozzani han tratado de instalar que la nieta de la fundadora y ex presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariani, murió en el ataque a su casa, el 24 de noviembre de 1976.

Cabe recordar que Etchecolatz, además de haber sido condenado por sus crímenes de lesa humanidad, también fue condenado por sus mentiras. Esto ocurrió tras las calumnias que pronunció contra el maestro Alfredo Bravo en el programa Hora Clave y por los disparates que escribió en su libro titulado La otra campana del Nunca Más.

En cuanto a Cozzani, se trata de un hombre verborrágico que ha publicado libros y cartas desde el penal de Marcos Paz en los que demuestra sus broncas con otros represores. En algunas de sus misivas puede leerse: “Nos han dejado casi solos, librados a suerte y verdad”, y “somos muchos los prisioneros políticos, no todos de iguales principios éticos ni morales. No todos en iguales condiciones de detención”.

Durante 35 años, en sus diversas publicaciones, ninguno de los dos insinuó siquiera que la beba Clara Anahí Mariani hubiera muerto en el operativo del que ambos formaron parte. Hoy, desde el banquillo, mienten y torturan psicológicamente una vez más.

De todos modos, las infundadas y extemporáneas afirmaciones de los reos no resisten el mínimo análisis a la luz de la intensa búsqueda de Chicha.

A lo largo de 35 años de investigaciones, Chicha logró recabar muchísima información. La seriedad de sus investigaciones se demuestra con los más de 50 niños que fueron localizados y restituidos durante los años que presidió Abuelas de Plaza de Mayo y los importantes aportes a la Justicia, en juicios como el que culminó con la condena a prisión perpetua en cárcel común de varios represores, entre ellos el propio Etchecolatz, en 2006.

Algunos de los datos que indican que Clara Anahí vive son los siguientes:

- El policía Carlos Alberto Hours, en su testimonio ante la Conadep, dijo que en el ataque a la casa, la madre de Clara Anahí “intentó entregarse saliendo por los fondos con la bebita en brazos y fue ametrallada, envolviendo a la menor que estaba ilesa”. De igual modo, el vecino Carlos Alberto Leotta declaró ante la Justicia en 1984, en la causa Nº 129.343, que “la madre de la menor intentó saltar el alambrado por los fondos de la casa, pero fue alcanzada por una ráfaga de ametralladora que le habría cortado las piernas, quedando la chiquita viva en el lugar”.

- Pocos días después del ataque, Chicha concurrió junto a su consuegra a la comisaría quinta y se entrevistó con el entonces oficial Jorge Luis Piazza, que les dijo que tenía los cadáveres de quienes habían muerto en la casa y, ante la pregunta de Chicha, aclaró que en el sumario no figuraba ninguna nena. “Debe haber estado fuera de la casa”, dijo.

- El comisario de la comisaría 5ª, Osvaldo Sertorio, le contó a Chicha que Clara Anahí estaba viva y le aclaró: “Probablemente ya le cambiaron la identidad y ya tiene otros padres. Pregunte en la Unidad Regional”.

- El sumario administrativo de la comisaría 5ª, sobre el operativo en el que secuestraron a la beba, misteriosamente desapareció.

- Con posterioridad al secuestro, con el fin de eliminar los datos médicos de la beba, la Dippba realizó una investigación sobre la obstetra de su madre, centrada en la asistencia médica que le brindó en el período de embarazo. Esto se encuentra en el legajo DS Nº 6976.

- El policía Daniel Del Arco, de la Dippba, trató de venderle la beba a Chicha, lo cual le provocó una persecución por parte de Ramón Camps.

- Monseñor José María Montes le planteó a Chicha en la Catedral: “La beba está bien. Deje tranquila a la gente que la tiene. Usted tiene que rezar y dejar que transcurra el tiempo”.

- El capellán Emilio Teodoro Graselli le dijo que Clara Anahí había sido ubicada “muy alto”.

- Oscar Antonio Ruiz –un vecino de la beba– declaró en el juicio a Etchecolatz que vio cómo Carlos “El Oso” García se llevó a Clara Anahí hasta un vehículo policial.

La estrategia de mentir por parte de los genocidas no es nueva. “Miente, miente que algo queda”, ya le decía Goebbels a Hitler en épocas del Holocausto. Luego, la fórmula fue utilizada en la Argentina para concretar la desaparición de 30 mil personas y el plan sistemático de robo de bebés.

Para ocultar las desapariciones se llegó a sostener –incluso en años de democracia– que los desaparecidos en realidad estaban tomando sol en Europa. De hecho, el diario La Nueva Provincia, en un artículo titulado “Un desaparecido con vida”, sostuvo que el hijo de Chicha no había sido asesinado, sino que estaba viviendo en España.

Para ocultar a los bebés robados, se practicaron planes mucho más perversos, como en el caso de Matilde Lanuscou –una beba secuestrada en un operativo similar al sufrido por la familia de Chicha–. En este caso, para evitar que la niña fuera buscada, la hicieron pasar por muerta y fraguaron su entierro, pero cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense abrió el cajón en el que supuestamente estaba enterrada, lo encontró vacío.

Pese a todo, el daño que los represores pretenden seguir causando hoy no logrará desanimar a Chicha. No lo lograron amenazándola y persiguiéndola, tampoco podrán con esta nueva mentira. A pesar de todo, Chicha sigue de pie.

* Director provincial de Igualdad de Oportunidades de la Provincia de Buenos Aires. Director Ejecutivo de la Fundación Anahí. Biógrafo de Chicha Mariani.

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